Curriculum Vitae

Dra. María Jesús Mardomingo Sanz

María Jesús Mardomingo Sanz es doctora en Medicina y especialista en Pediatría y en Psiquiatría por la Universidad Complutense de Madrid, especializándose en Psiquiatría Infantil en la Universidad de California en Los Ángeles, EE.UU. Pionera de la psiquiatría infantil en España creó y desarrolló la atención psiquiátrica y psicológica a niños y adolescentes en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid. Su Tratado de Psiquiatría del niño y del adolescente es la obra de referencia de la psiquiatría infantil española e hispanoamericana.

 

Actividad docente y profesional:

  • Jefa de Psiquiatría y Psicología Infantil del Hospital G.U. Gregorio Marañón de Madrid (1974-2010) 
  • Profesora de Psiquiatría Infantil de la Universidad Complutense de Madrid (1974-2010).
  • Profesora invitada de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), Estados Unidos.
  • Profesora invitada de la New York University, Nueva York, Estados Unidos. 
  • Profesora invitada de la Universidad de San Marcos, Lima, Perú. 

 

  • Presidenta de la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y del Adolescente (2004-2008). 
  • Presidenta  de Honor de la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y del Adolescente (AEPNYA).
  • Miembro de la Junta Directiva de la European Society for Child and Adolescent Psychiatry (ESCAP) (2007-2011).
  • Miembro del Consejo Asesor de la European Academy for Child and Adolescent Psychiatry (EACAP).
  • Miembro de Honor de la American Academy of Child and Adolescent Psychiatry (AACAP).

 

Publicaciones

Ha publicado numerosos artículos en revistas científicas nacionales e internacionales así como capítulos de colaboración en libros. Ha sido editora de varios libros de psiquiatría infantil, pediatría y educación. 

Entre sus publicaciones cabe destacar los libros de autor:

  • La voz en el viento. El arte de vivir. Cordel d´Prata, 2023.
  • Guía práctica para pediatras. Trastornos Psiquiátricos de los niños y adolescentes en la consulta de pediatría. Parte II. Ediciones Mayo, 2022. 
  • Guía práctica para pediatras. Trastornos Psiquiátricos de los niños y adolescentes en la consulta de pediatría. Parte I. Ediciones Mayo, 2021.
  • Abordar el TDAH en la práctica clínica. Madrid, Panamericana, 2017. Edición digital, 2019.
  • Tratado de Psiquiatría del niño y del adolescente, Madrid, Díaz de Santos, 2015. Edición digital, 2019.
  • Psiquiatría para padres y educadores. Ciencia y arte. Narcea, 2002, 3ª edición, Bogotá, Narcea Ediciones de la U, 2014.
  •  Manual de Psiquiatría del niño y del adolescente (AEPNYA), Madrid. Editorial Panamericana, 2010 (coordinadora).
  • Tiempos cortos. Historias de Psiquiatría Infantil. Madrid, Díaz de Santos, 2005.
  • Psicofarmacología del niño y del adolescente. Madrid, Díaz de Santos 1997.
  • Glosario de Psiquiatría. Traducción y adaptación del American Psychiatric Glossary, Seventh Edition American Psychiatric Press, Inc Washington, 1995.
  • Psiquiatría del niño y del adolescente: Método, fundamentos y síndromes. Madrid, Díaz de Santos, 1994. 

 

Investigación

Ha desarrollado numerosos proyectos de investigación básica y clínica. Sus temas preferentes de interés son: experiencias tempranas y psicopatología, conflictividad en la familia, depresión y suicidio, trastornos de conducta, TDAH, trastorno obsesivo-compulsivo y psicofarmacología. 

 

Labor social

En 1980 creó la Unidad de Maduración y Desarrollo del Niño en el Instituto Provincial de Pediatría y Puericultura de Madrid (antiguo Hospicio), un programa asistencial y de investigación, pionero en su género, dirigido a mejorar el desarrollo, educación y calidad de vida y de los niños institucionalizados. Fue directora de esta Unidad hasta 1983.

 

Colaboraciones

Desarrolla una estrecha colaboración con asociaciones de padres e instituciones educativas y jurídicas en defensa de los derechos de los niños y adolescentes y de una mejor atención a los pacientes con enfermedades psiquiátricas y a sus familias.

La Dra. Mardomingo, una psiquiatra infantil

El tiempo del entusiasmo *

* Mardomingo MJ: El tiempo del entusiasmo. En, AA.VV., 50 Años de calidad asistencial 1968-2018.

Madrid. Hospital General Universitario Gregorio Marañón, 2018, 102-103.

Mi generación puso en marcha el hospital. Un regalo de la vida. Vivimos la vocación y la emoción de construir un hospital público de alta calidad científica y humana. Un hospital para todos. Teníamos pocos medios, pero mucho entusiasmo. Éramos jóvenes, teníamos ideales. Éramos altruistas. Cada uno de nosotros puso su impronta profesional y personal, y fueron surgiendo servicios y secciones.

Era un gran desafío. Yo quería ser psiquiatra infantil, una especialidad que no existía. Así que tuve que hacer un recorrido por la pediatría y la psiquiatría, para acabar en la Universidad de California en Estados Unidos, donde sí que había Psiquiatría Infantil. Con ese bagaje, vuelta a casa, vuelta al hospital, para crear la Sección de Psiquiatría y Psicología Infantil, que dirigí hasta mi jubilación.

Dentro de la historia del hospital hay una historia muy especial, la del Hospital Infantil. Todo lo que atañe a los niños y a los jóvenes es más difícil, más costoso, también más apasionante. Sabíamos que desde la aparición de la Pediatría, las tasas de mortalidad infantil habían caído de forma drástica. Ya había especialistas pediatras pero se necesitaban especialistas en áreas concretas de la medicina de los niños. Se ganaba la batalla a las infecciones, pero los problemas psiquiátricos se perfilaban como el gran reto de la pediatría de los años venideros.

Hacía falta una persona con visión, con un concepto ilustrado de la medicina, y esa persona fue Javier Matos. El Dr. Matos se adelantó a su tiempo y se entregó con generosidad a que los médicos del Infantil pudieran formarse en los Centros de Europa y de Estados Unidos de mayor prestigio. Esa generosidad dio sus frutos, surgieron las especialidades pediátricas en el Hospital Infantil.

¿Fue todo tan sencillo? No, esa visión moderna, acorde con los principios de protección de la infancia de la UNESCO, la OMS, y de los derechos de los niños, no fue compartida ni mucho menos apoyada por todos. Se trataba de una gran batalla, que se prolongó en el tiempo. Como en el mito de Sísifo, acarreada la roca por la ladera de la colina hasta alcanzar la cumbre, volvía a caer y había de nuevo que subirla.

La lucha por un ideal configura la identidad de cada uno de nosotros. Recuerdo una tarde de abril, estaba en mi despacho en el antiguo edificio de Dr. Castelo, había silencio, la ventana estaba abierta y entraba el perfume de una higuera. Era el atardecer y el día había sido difícil. Esa tarde supe, sin ninguna duda, que yo sería alguna vez la que ahora soy.

Porque la vida es una sucesión de logros, pérdidas, desventuras y alegrías. Alguna vez los jóvenes me preguntan qué es lo más importante. ¿Lo más importante? La entrega a los pacientes, el cariño y la gratitud que de ellos recibimos, el respeto y reconocimiento de los compañeros, la amistad que dura y dura, los compromisos que se comparten.

Hay quien considera que la psiquiatría infantil es una especialidad menor. No, no lo es. En las últimas décadas ha incorporado los avances de la genética, la biología molecular, la epigenética, las técnicas de imagen, nuevas formas de tratamiento y psicoterapia, intervenciones con los padres y en las escuelas, estudios longitudinales que permiten conocer la evolución de los trastornos psiquiátricos, estudios epidemiológicos, por citar solo unos cuantos. Se conocen mejor los mecanismos de interacción genes-ambiente y su papel central en la etiología de los trastornos psiquiátricos, las posibilidades de prevención, la investigación inmunológica y neuroendocrinológica. En resumen, sabemos mejor lo que hay que hacer y lo que hay que evitar. Es imposible ser psiquiatra de adultos sin conocer la psiquiatría infantil. Sólo un ejemplo, el 50% de los trastornos psiquiátricos de los adultos comienza antes de los 14 años y el 80% antes de los 18. Es imposible dar a los niños una atención pediátrica integral sin conocer la psiquiatría infantil. Esa es la realidad.

¿Anécdotas? Muchas. Una noche llegaron a la urgencia unos padres con un niño de un año. Tenía fiebre y no cedía con antitérmicos. Al cabo de quince de minutos de hablar con ellos el padre dijo, “¿Cuándo viene un médico?”  “El médico soy yo”. A los tres días el padre volvió, “Perdone doctora, pero siendo una mujer y tan menuda, no podía ser el médico”.

En otra ocasión una madre, transcurridos varios años de haber visto al hijo, me dijo, “cuando vine por primera vez a la consulta me habían hablado muy bien de usted, pero al entrar y verla tan pequeña pensé, qué poca cosa. Luego usted empezó a hablar y me dije, es un gigante”. Y es que las palabras se convierten en un instrumento prodigioso, capaz de modificar el sentido de la realidad.

Otra de las experiencias extraordinarias y formativas de los primeros tiempos, fue el contacto con los niños de la Inclusa que estaba en la calle O´Donnell. Conocer la Inclusa me impactó. Decidí entonces, con el apoyo del Dr. Matos, poner en marcha un proyecto de reforma de la vida de los niños que financió el Ministerio de Sanidad. Fue un proyecto científico y humano que a mí me transformó. Participamos muchos. Se cambió la arquitectura, la pedagogía, el estilo de vida, la atención personal a cada niño. Los retrasos en la talla, el peso, la deambulación, la conducta social y el lenguaje, disminuyeron hasta ser equiparables a los de la población general. Entonces, había guardería para los hijos de los trabajadores del hospital, y ellos sirvieron de grupo control. ¡Qué tiempos aquellos!

Uno de aquellos niños, Luisito, al preguntarle qué quería de regalo de Reyes contestó, “una ventana”. Sí, las ventanas eran muy altas y él no podía mirar. Otro, Javi, que sufría un cuadro malformativo con enanismo y se desplazaba en un cochecito porque no podía caminar, contaba que sus padres no lo habían abandonado, que habían tenido un accidente en la Plaza Mayor de Madrid y sólo él se había salvado. Los niños o bien eran adoptados o se iban a otro centro a los tres años, excepto Javi. Un año se empeñó en que él también quería marcharse, pues era mayor. Al cabo de seis meses Javi volvió, no soportaba la separación del lugar donde había nacido y vivido. Quería volver a su casa.

Muchos años después de la experiencia de la Inclusa y de estar en el hospital, escribí un libro de relatos con historias de los pacientes y de los niños de la Inclusa: “Tiempos cortos. Historias de psiquiatría infantil”. Deseo terminar con unos versos  de ese libro.

Los tiempos son siempre cortos

cortos para buscar la felicidad

para retenerla cuando se encuentra

para olvidar el dolor

para esperar la muerte que se avecina.

Se acaban los dos folios y yo, mientras escribo, recuerdo mi vida de médico. Los momentos en que uno tiene la sensación de estar tocando lo invisible; la compañía de tantos pacientes, padres, amigos, compañeros de camino; las dudas, la incertidumbre, la perpetua felicidad de lo existente.